El eterno atractivo de las SGR
En un país en el que necesitamos la financiación como el comer, donde muchos empresarios se quejan habitualmente de lo difícil que es conseguir crédito, en el que miles de pymes han cerrado por su causa en estos años de crisis feroz y que aún hoy lo siguen haciendo en plena recuperación, va y resulta que hay un grupo de empresarios que desinteresadamente y con la ayuda de algunas instituciones públicas llevan 35 años arrimando el hombro sin hacer ruido, dando las garantías necesarias para que el grifo del dinero corra y no le falte a nadie que tenga una empresa o una idea para montarla. Y lo más sorprendente es que les sobra el dinero, o mejor dicho, las garantías, porque no consiguen llegar a tantos empresarios y emprendedores como quisieran. Son excedentarios en un mercado normalmente enjuto o fibroso, según se mire.
"Las sociedades de garantía recíproca (SGR) son entidades privadas con participación pública, pero de gestión totalmente privada, que nacieron de una ley que surgió de los Pactos de la Moncloa. Nuestro objetivo era y es suplir una falla que tenía el sistema financiero y que sigue existiendo hoy", afirma José Rolando Álvarez, presidente de Cesgar, la confederación que agrupa a las 20 SGR operativas. "Una parte importante de los pequeños empresarios sigue sufriendo la escasez del crédito derivada de las nuevas condiciones que está poniendo la banca a las pymes, no por ellas, sino por las condiciones del mercado. El nivel de financiación está mejorando en la banca española, que hoy es muy solvente, pero los requisitos de riesgo están subiendo cada día más por el imperativo del regulador, y miles de pequeñas empresas, las que tienen menos de 10 empleados, que son las que crean empleo en este país, quedan fuera del acceso al crédito".
Las SGR son meras intermediarias entre las pymes y las entidades financieras. "No tenemos liquidez, un duro, lo que sí poseemos es mucha solvencia", dice. Estas sociedades, supervisadas por el Banco de España, son grandes expertas en analizar empresas y, en apenas 10-12 días, son capaces de aprobar una operación. Cesgar cuenta con 118.000 socios, que son las propias empresas que reciben la garantía, que aportan un 2%-3% del capital para avalar a la SGR, además de su propia garantía. Así se arman estas sociedades imbatibles. La cantidad media que piden las pymes por operación es de 80.000 euros. El ratio de morosidad es un 10%-12%, dependiendo de la SGR. Iberaval, la SGR que preside también, está en el 4,5%. "Tenemos que ser sostenibles, porque no somos un banco ni tenemos ánimo de lucro", comenta Álavarez.
Al obtener el aval de una SGR, José Rolando l a py m e Álvarez, preside puede obteCesgar, la ner el créConfederación de dito en un Sociedades de banco sin Garantía Recíproca. problemas, porque con el aval de una SGR el riesgo es cero. El presidente de Cesgar explica que tienen acuerdos con la banca para reducir sensiblemente el intéres del crédito. Ahora está en el 3,5%, cuando a las pymes se les suele aplicar un 6%.
El mandato de Álvarez al frente de Cesgar es de dos años. El volumen de garantías asciende hoy a 1.300 millones de euros y su objetivo es doblar esa cifra cuando lo deje. "Una SGR es un ejercicio de solidaridad interempresarial", asegura. Pero no solo; también son máquinas de generar empleo.
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